viernes, 4 de abril de 2008

De los campos de Ñuble a la gloria




Todavía recuerda Jaime Iturra los apretones de manos que se daban en el campo a modo de saludos. Por entonces le llamaba la atención, porque pese a que era un niño los más grandes no lo veían como tal y le apretaban su pequeña extremidad con la misma fuerza con que se saludaban los adultos. “Como campesino, uno agachaba la cabeza no más y aguantaba, yo siempre fui bajito, pero nunca me quejé”, evoca el ahora flamante pesista, quien consiguió una medalla de bronce en los Juegos Panamericanos en Río de Janeiro, transformándose en el exclusivo representante de Ñuble en el certamen continental. Pero para llegar a ubicarse en el podio, debió pasar mucha agua bajo el puente. Su pasión por la halterofilia se originó en Liucura, localidad ubicada en la comuna de Quillón, donde Jaime pasó buena parte de su niñez. Fue la dura vida en el campo, la que lo marcó y despertó su temprana inclinación por las pesas. “Mi familia vive aún en Liucura, en la localidad de Cerro Negro, de chico viví allí, mi mamá murió cuando tenía 10 años y estuve ahí hasta los 13, donde me fui a Concepción a cumplir la enseñanza media”, sostiene evocando sus andanzas en medio de los prados y cerros.
¿Cómo llegaste a practicar pesas?
En Concepción, mi familia asiste regularmente a una iglesia cristiana evangélica, ahí conocí a un amigo que estaba en el Club de Pesas de la Universidad del Bío Bío, me llevó un día y me presentó con mi iniciador, el profesor Daniel Camusseigt. Era el entrenador y fue el primero que me llevó a los torneos escolares. Ese mismo año salí campeón escolar, después pasé a juveniles donde competí por la Universidad del Bio Bio, paralelamente estudié técnico en construcción y me titulé el año pasado.
¿En qué momento decidiste inclinarte por la vida de las pesas?
Fue una decisión que tuve que tomar cuando egresé. Hablé con mi entrenador y con el que tengo actualmente, Víctor Rubilar, entonces me fui a Santiago donde llevo ya cuatro años. En mi último año juvenil salí segundo en Venezuela, lo que me permitió acceder al Centro de Alto Rendimiento. ¿Cómo fue tu vida en Liucura?
Fue la realidad de todos los niños en esa época. El colegio nos quedaba lejos, a cuatro o cinco kilómetros, llegaba sólo un bus y había que irse a pie no más, yo era uno más del grupo, jugábamos mucho lo que era la lucha y disfrutábamos de las cosas cotidianas, ir a buscar agua al pozo o picar leña. Mi familia era de temporeros, yo los acompañaba desde los cinco años, a buscar rosa mosqueta y champiñones, en resumidas cuentas, fue una vida muy sana, a diferencia de lo que pasa en la ciudad, donde los niños se la pasan jugando play station. Por eso es en los campos, donde estamos tratando de realizar escuelas de iniciación, porque ahí la gente es más fuerte. ¿Cuáles son las destrezas que hay que desarrollar en la halterofilia?
Lo principal es tener un buen dominio técnico, uno se demora un año para adquirir la técnica y tener condiciones físicas fuertes.
¿Podrías revivir el momento en que logras la medalla de bronce en Brasil?
Estaba nervioso, el peso de la medalla se siente, iba en cuarto lugar. Recuerdo que la mayoría de los chilenos fueron a ver las competencias de aguas abiertas y el mountainbike, y cuando llegaron yo estaba recibiendo la medalla. Empaté el segundo lugar, pero como el otro pesaba un poco menos de 56 kilos, que es la categoría que compito, se quedó con el desempate. Pero gracias a Dios pude competir bien, batí de paso el récord nacional en la categoría. La verdad es que es bastante la presión que se siente, pero la supe dominar gracias al entrenador y a un psicólogo. En rigor, la mía fue la primera medalla que logró la delegación chilena, tras la competencia fui a ver a Felipe Alvear, mi compañero de habitación en el CAR, quien también obtuvo medalla en florete, dentro de la esgrima.
¿Habrá nuevos alicientes económicos ahora que obtuviste medalla?
En general ahora se apoya más que antes, pienso que con este logro van a mirarnos aún más, subimos en una medalla lo logrado respecto al panamericano anterior, lo que nos permitirá abrirnos paso en la escala del deporte, puesto que la halterofilia siempre es la disciplina más desconocida.
Cuando llegaste al CAR ¿viviste el ambiente que se creó con la muerte del pesista Alexis Nahuelquén?
No, yo estaba en Concepción aún, y justamente a raíz de ese hecho preferí esperar para irme. Después la Federación logró tener estabilidad y ahí se dio el mejor momento.
¿Cuáles son tus metas en el futuro?
Ojalá superar el tercer lugar en los próximos juegos panamericanos y poder ir a las Olimpiadas de Londres el 2012. El próximo año pretendo estudiar, nunca está demás. Pero la primera prioridad la tiene en estos momentos el deporte.



Por Marcelo Herrera V.

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